El martes, la prodigiosa atleta nacida hace 26 años en Nueva Jersey deslumbró en el Mundial de atletismo siendo la más rápida de las semifinales con un tiempo impresionante, 48 segundos y 29 centésimas, que le sitúa de golpe como favorita en la final del jueves, con permiso de la campeona olímpica y mundial dominicana Marileidy Paulino y de la bareiní Salwa Eid Naser.
Su crono se convirtió de largo en la mejor marca mundial de esta temporada, el undécimo mejor registro de la historia y pulverizó el récord de Estados Unidos, que tenía Sanya Richards-Ross desde 2006, con 48.70.
"Realmente no me esperaba ese tiempo, pero demuestra que estoy en forma. Estoy deseando que llegue la final", declaró McLaughlin-Levrone tras su exhibición en el estadio Nacional, un lugar que le trae especiales buenos recuerdos.
¿Peligra el récord de Koch?
Hace cuatro años, en esa misma pista nipona, McLaughlin-Levrone hizo historia en su deporte, conquistando su primer título olímpico y mejorando su propio récord del mundo de 400 metros vallas.
Desde entonces se confirmó como una leyenda viva de esa prueba, añadiendo un título mundial (2022), un segundo título olímpico (2024) y un nuevo récord del mundo, que dejó el año pasado en 50 segundos y 37 centésimas.
Su gran crono del martes hace que muchos se pregunten ahora si McLaughlin-Levrone puede escribir el jueves otra página de la historia del atletismo, haciendo caer el récord de la alemana Marita Koch (47.60), uno de los más resistentes.
"Los récords llegan cuando llegan. Ese récord del mundo puede ser batido, pero antes de hablar en correr en 47.60 tiene que haber alguien que sea capaz de correr por debajo de los 48 segundos", algo que no consigue ninguna mujer desde el récord de Koch en 1985, afirmó antes de este Mundial.
Versatilidad acreditada
En cualquier caso, un podio y especialmente una medalla de oro demostraría su versatilidad.
"Me gusta participar en diferentes pruebas, forzar mis límites para ser una atleta mejor y lo más completa posible", dijo en una conferencia de prensa en vísperas de este Mundial.
Este 2025, la velocista, que entrena en Los Ángeles bajo la dirección de Bob Kersee, fue una de las participantes en el nuevo y fallido circuito Grand Slam Track, donde tuvo alinearse en disciplinas que controla menos, desde los 100 a los 400 metros, pasando por los 100 metros vallas.
Para el Mundial de Tokio tomó una decisión: no ir a por el oro en los 400 metros vallas y concentrarse en los 400 metros, algo que ya había decidido para la anterior cita de Budapest 2023, pero que no pudo realizar porque una lesión le obligó a ser baja antes de la competición.
"En 2023 no pude cumplir ese reto por una lesión de rodilla, pero sabía que quería volver a intentarlo", afirmó.
Fuerte competencia
Pero el camino al título mundial no está despejado porque están ahí dos de las mejores de la historia de los 400 metros, Naser y Paulino, tercera y cuarta más rápidas de todos los tiempos en esta prueba, con plusmarcas personales de 48.14 y 48.17, respectivamente.
"Eso es algo que me gusta de este reto, participar en una carrera donde ya hay competencia", asegura McLaughlin-Levrone, que no ha perdido en 400 metros vallas desde julio de 2019.
"En los 400 metros vallas se corre rápido, pero hay una cadencia regular, ya que las vallas marcan el ritmo de las zancadas. En los 400 metros lisos es solamente un esprint de principio a fin, sin saber muy bien en qué espacio estás. Eso ha sido lo más difícil de aprender, poder correr sin tener las vallas como referencia", explica.
"Y los 400 metros lisos hacen mucho más daño. Se va más rápido, así que forzosamente hay más ácido láctico", sonríe.
Su historia con las vallas, eso sí, no está terminada: "Simplemente, ahora hay otras cosas que también quiero conseguir".